sábado, 3 de noviembre de 2012
martes, 30 de octubre de 2012
“Es una obra poética y con un humor sensible”
MARINA CASTILLO, ACTRIZ
–¿Cómo surgió la creación de tu personaje?
–El personaje salió a partir de la idea que tuvimos con Ezequiel Matzkin, el director y coautor de la obra, de una persona que está muerta en vida y necesita imperiosamente cambiar esto. Es por eso que se viste de fiesta para su funeral, es verborrágica y melancólica a la vez, por la ansiedad que tiene de transformar su existencia.
–El personaje salió a partir de la idea que tuvimos con Ezequiel Matzkin, el director y coautor de la obra, de una persona que está muerta en vida y necesita imperiosamente cambiar esto. Es por eso que se viste de fiesta para su funeral, es verborrágica y melancólica a la vez, por la ansiedad que tiene de transformar su existencia.
–¿Cuál es la modalidad de trabajo que utilizás?
–En principio, mis personajes siempre se van armando desde lo estético, cómo se viste, cómo habla, cómo camina, cómo se llama, etc., y a partir de ahí recién empiezo a pensar la historia del mismo.
–¿Cómo recibe la obra el público?
–El público la recibe muy bien, el principio es medio raro pero poco a poco se va develando de qué va. Es poética y con un humor sensible, eso gusta en general.
–¿Cuál es tu próximo proyecto?
–Me acaban de confirmar que estaré en Ley primera próxima, película de Diego Rafecas. Por otro lado, en proceso de creación de otra obra que estoy escribiendo y ensayando a la vez con una gran actriz que es Carolina Molini. Y presentando un espectáculo de humor que se llama Primero calmate. Además de continuar con Las lágrimas que me tragué.
lunes, 29 de octubre de 2012
viernes, 26 de octubre de 2012
CRITICAS
El
arriesgado texto da como resultado una pieza única e imperdible.
JULIA PANIGAZZI
Con
humor sensible, a veces desconcertante, las lágrimas que me tragué es una obra
que instala una pregunta difícil de responder en un mundo superpoblado de
objetos que generan dependencia.
CECILIA HOPKINS
Una propuesta absolutamente fantástica y onírica.
ARTURO LODETTI
Este
personaje interpretado con mucho humor y gran riqueza expresiva por Marina
Catillo, va generando identificación con todas las decisiones que involucran
renuncias.
SARA ECHEZARRETA
Una
puesta en escena ideal para aquellos que buscan ver cosas distintas sobre un
escenario, una lograda conjunción de
creatividad, imaginación y talento.
CARLOS FOLIAS
Este es un unipersonal para que el público disfrute
esa pequeña
porción de vida que la protagonista les regala. Más que resolver, siembra dudas
y el espectador se irá con más preguntas que
respuestas.
domingo, 21 de octubre de 2012
CRITICA A SALA LLENA
La apasionada actriz Marina Castillo da vida a Trinity, una muchacha
que anunció un día a su familia que no volvería a sonreír para luego
despojarse de todo lo material. Ezequiel Matzkin dirige este nuevo
unipersonal irreal desplegando todos sus dotes para el arte de la
alocución en escena; su personaje, dueña de una voz florida, establece
un dialogo impecable con el publico articulando las voces de los
diferentes personajes que atravesaron su vida: en especial su
afrancesada madre.
Castillo, única actriz y co-autora de la pieza, trabaja con un
excelente apoyo escenográfico, un marco movible que justamente trata de
contener todo lo que esta figura tiene para decir; vacía de palabras
maternales, Trinity decide cobrar venganza: aquellos objetos, los
palpables, los más fáciles, los tácitos, los que están dentro, saldrían
de su alcoba uno a uno. Y asi el público comienza a imaginar esa casona
repleta de barroco, incluyendo a una niña que ya a temprana edad
comprendió que representaba y que quería. Las interpretaciones de
Castillo son impecables: el especialista, luego devenido en padrastro,
se personifica para avisarle a su madre que Trinity está muerta en vida;
la madre, más interesada en las posesiones que en su propia familia, se
hace oír pero no llega al corazón de su hija.
El vestuario, cuidadosamente seleccionado, acompaña el manifiesto de
la niña/mujer: quien intenta (y logra) traducir su febril pensamiento,
saliendo así a la luz su deseo, lo oculto y erótico, siempre voluptuoso,
siempre atropellado. Así es Trinity, a quien la libertad le costó la
cordura, perdió a su amor y solo le queda ese cuarto, sin las rosas
azules, sin una caricia maternal.
Las Lagrimas que me Tragué, invita a reflexionar muy
por fuera del mundo material, haciendo un esfuerzo por imaginar que es
realmente necesario y que no...
El arriesgado texto es fruto del trabajo de Castillo y Matzkin, este
ultimo ya supo hacer brillar a Analia Sanchez compartiendo la autoria de
Tu Ausencia Animal, unipersonal también, donde una
mujer espera a un hombre, el único que le hizo conocer el amor (lo que
ella entiende por amor). Ambas piezas comparten la linea de la mujer
surrealista, verborragica: con una excelente articulación de los cómico y
lo dramático en escena. Sin duda la habilidad de Matskin para elaborar
imágenes intensas y colmadas de sentidos, junto con la versatilidad de
Castillo dan como resultado una pieza única e imperdible.
JULIA PANIGAZZI
sábado, 20 de octubre de 2012
miércoles, 17 de octubre de 2012
Nota en Página 12
"LAS POSECIONES SON UN LASTRE"
En la obra interpretada por Marina Castillo, el autor y director narra
la historia de una chica con una existencia claustrofóbica que descubre
que descartar los objetos significa, para ella, llegar al centro de su
propia existencia y conquistar su libertad.
Interpretada
por Marina Castillo, Las lágrimas que me tragué es una obra que instala
una pregunta difícil de responder en un mundo superpoblado de objetos
que generan dependencia: ¿qué sucedería si uno decidiera desprenderse de
todo aquello que fue acumulando durante toda la vida con la idea de
circular por los márgenes del consumo? Con humor sensible, a veces
desconcertante, el monólogo desarrolla esta hipótesis que ve
multiplicadas sus resonancias en la interpretación de la propia
Castillo. Quien dirige es Ezequiel Matzkin, también autor de la obra, el
mismo de Tu ausencia animal, unipersonal que el año pasado estuvo a
cargo de Analía Sánchez.
En Las lágrimas... (Veravera Teatro, Vera 108, sábados a las 22.30),
el personaje de Trinity hace el relato de su historia familiar poniendo
el foco en los estragos de una educación orientada a homologar el ser y
el poseer. Es por esto que la joven protagonista desea romper con la
existencia claustrofóbica a la cual la condena una madre absorbente.
Descartar los objetos (todos, los de uso corriente y también los que
representan momentos importantes en la vida) significa, para ella,
llegar al centro de su propia existencia y conquistar su libertad, tras
haberse percatado de que existía el peligro de cosificar su mundo
simbólico, sus ideas y recuerdos, su anhelos; en fin, toda su vida.
“Quiero borrar la presencia de este mundo material, físico-doloroso,
lleno de objetos que hieren –dice Trinity–, y hundirme en una geometría
ideal: en un mundo diseñado para un niño, sin ecuaciones algebraicas,
sin despedidas amorosas, sin fuerza de gravedad. Sin IVA.” El autor
también piensa en consonancia con su criatura: “La posesión de objetos y
bienes materiales media y hasta impone su sesgo en las relaciones entre
las personas”, opina Matzkin, al referirse a la dependencia que genera
el consumo, propiciada por el mercado y retroalimentada, a su vez, por
los hábitos de las personas. “¿Y si lo que se posee pasa a tener el
mismo valor que el vínculo que ese objeto representa?”, se pregunta y
arriesga una conclusión: “Entonces el amor por esos objetos puede
transformarse en orientador de la vida”.
Matzkin se reconoce aburrido de los lugares comunes en los que
suelen caer las obras que hablan de historias de familia o las que
aluden a la marginalidad. A pesar de que, en su calidad de sociólogo
habituado a trabajar con menores en situación de encierro debe sobrarle
material para elaborar ficciones. “No me interesa el teatro que va hacia
el costumbrismo –afirma–. Para mí, el teatro tiene que ser mágico,
fantástico y dotado de belleza visual.” Para el autor y director, “el
teatro off está preso de la falta de recursos económicos” y, según su
punto de vista, muchas veces adolece de carencias de tipo intelectual.
“Veo muchos planteos teóricos unidireccionales, una preferencia por lo
vacuo, lo efímero, lo espontáneo”, enumera.
–¿Por dónde empezó a escribir este monólogo?
–Partí de algunas premisas: ¿Uno es lo que tiene? ¿Uno tiene lo que
puede tener, lo que le corresponde? Y de una imagen: una persona que se
deshace de todo lo que tiene, de una forma tan violenta que resultaba
impracticable de llevar al teatro.
–¿Por qué el personaje de Trinity resuelve morir?
–Es que cuando se está tan cercado por el peso de los objetos, tarde
o temprano deviene algo fatal para el espíritu. La muerte es, para
Trinity, un motivo de liberación. Y por ese motivo, la muerte es una
situación festiva.
–¿O sea que se trata de una acumulación límite?
–Cada persona tiene lo que podríamos llamar un sistema de posesión.
Cada uno arma el suyo. Se trata de las cosas que se almacenan con “peso”
afectivo. Me parece que el capitalismo es tan penetrante que colabora
en ese armado singular del propio sistema de posesión.
–De todas formas, ¿no cree que habría que diferenciar los objetos de consumo de aquellos que representan recuerdos que uno desea guardar para siempre?
–Todos se vuelven un lastre. Para la obra elegí objetos con los
cuales todos los espectadores se identifican. Pero lo que para algunos
puede evocar un dulce recuerdo para otros puede significarles un pesar
que los reenvía a situaciones pasadas de dolores presentes. Eso es lo
que le sucede a Trinity.
–¿Qué es lo que ve más peligroso de un objeto?
–El valor que se le asigna, porque entraña el peligro de la
dependencia. Creo, además, que ése es un afecto mal dirigido, sea la
computadora, el sofá o un animal doméstico el que lo recibe.
Personalmente, me resulta insoportable la idea de transferir afecto a un
objeto.
–¿Qué pasa con los objetos que nos resultan de gran utilidad?
–Hay que diferenciar entre la utilidad que nos proporciona la
tecnología, por ejemplo, de la alienación que puede producir su uso
intensivo. Existe el riesgo de que la persona se vea absorbida al punto
de que impide en ella el desarrollo de potencialidades, de cuestiones
nucleares que hay dentro de cada uno.
Por Cecilia Hopkins
sábado, 13 de octubre de 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
Crítica de GEOteatral
Las
lágrimas que me tragué es un unipersonal que habla sobre la decadencia
de un ser humano a quien la sociedad consumista y portadora del “deber
ser”, le explotó por los poros de la piel.
Ella
es Trinity, mujer y niña a la vez. De chica le dijo a su madre que no
volvería a sonreír y cumplió con su promesa. Pero para sentir, no hacen
falta las risas o las lágrimas, porque las emociones están ahí, ahí
adentro, pese a que a veces inunden los cuerpos hasta hacerlos desbordar
como a ella. Un poco cínica, bordeando la razón o la locura y amante de
los extremos, demuestra que nada le importa aunque todo le importa. Su
objetivo es despojarse de todos los objetos materiales que la rodean.

Marina Castillo interpreta a Trinity y lleva el unipersonal con soltura.
No dice las palabras, pareciera que las canta, que el encadenamiento de
ellas conforman uno de esos tangos que le preguntan a la vida el por
qué del sufrimiento. Es graciosa y sorprende a un público desprevenido.
Es cierto que quizás hay recursos para hacer reír que son utilizados en
exceso, aunque quizás esto tenga que ver con la decadencia del
personaje. La puesta en escena y el vestuario ayudan a construir un
mundo que se mueve entre la tragedia y la comedia.
En Las lágrimas que me tragué Trinity nos cuenta su vida y nos invita a escucharla. Su afrancesada madre, el médico que la diagnosticó “muerta en vida” y las heridas causadas por el simple hecho de estar vivo, son parte de un mundo melancólico, depresivo y de locura, en el que ella siempre estuvo inmersa.
Este es un unipersonal para que el público disfrute esa pequeña porción de vida que la protagonista les regala. Más que resolver, siembra dudas y el espectador se irá con más preguntas que respuestas: ¿Quién es ella? ¿Qué le pasó? Las lágrimas que me tragué es inconclusa e incierta, porque Trinity lo es.
En Las lágrimas que me tragué Trinity nos cuenta su vida y nos invita a escucharla. Su afrancesada madre, el médico que la diagnosticó “muerta en vida” y las heridas causadas por el simple hecho de estar vivo, son parte de un mundo melancólico, depresivo y de locura, en el que ella siempre estuvo inmersa.
Este es un unipersonal para que el público disfrute esa pequeña porción de vida que la protagonista les regala. Más que resolver, siembra dudas y el espectador se irá con más preguntas que respuestas: ¿Quién es ella? ¿Qué le pasó? Las lágrimas que me tragué es inconclusa e incierta, porque Trinity lo es.
Bárbara Reinhold
viernes, 5 de octubre de 2012
Este Domingo en Los Dados Sumaron Siete
EN WWW.ARINFO.COM.AR A LAS 21 HS: Historias de Vida de Gente Común y
Madre Tierra Resiste. El radioteatro de "Doña Valentina" se afianza con
mayor identidad. El Cénit se ilumina con la presencia del director
teatral Ezequiel Matzkin que nos viene a presentar su flamante creación,
Las lágrimas que me tragué. Indagamos el mundo poético de Sylvia Plath.
Cada programa tendrá música en vivo, esta vez Cristian Rivas nos canta a
su manera. Seguimos agitando el cubilete y sorteando entradas para los
mejores espectáculos.
Conducción: Facundo Verna y Charly Zárate.
PODES OIR LA ENTREVISTA EN http://www.arinfo.com.ar/notix/noticia/01721_desde-este-domingo-los-dados-sumaron-siete-arranca-su-nuevo-horario-de-21-a-23hs-.htm
lunes, 1 de octubre de 2012
Crítica de LEEDOR.COM
Marina Castillo dirigida por Ezequiel Matzkin,
es un unipersonal que se autodenomina surrealista, encarna a Trinity,
una niña que declara haberle anunciado a su madre: ¨No volveré a
sonreir¨.
Este personaje interpretado con mucho humor y gran riqueza expresiva,
va generando identificación con todas las decisiones que involucran
renuncias, a la vez que se permite ir y volver de la locura con total
libertad.
Una niña/adulta anulada por su madre, encerrada en un cuarto con
objetos que la obsesionan, decide desprenderse de cada uno de ellos ¨sin
derramar lágrima alguna¨.
Trinity quiere quitarse las ataduras que la angustian, y la forma que
encuentra es renunciando a lo material, pero tambien a su universo y a
su sonrisa.
La puesta de Ezequiel Matzkin está resuelta con mínimos aunque
barrocos elementos que conforman el universo de Trinity y su poética
soledad.
Vuelve a aparecer aquí la mujer sola de la obra anterior de Matzkin -Tu ausencia animal-
esa soledad abrumadora, otra mujer sobreadaptada a la dureza extrema
del entorno. La diferencia entre la soledad de la mujer pseudo ermitaña
en compañía de su perra y su gallina en Tu ausencia animal, y la de Trinity
en su habitación es que, la primera, espera eternamente el afecto que
cree recordar, en cambio esta niña/mujer con diagnóstico surrealista,
deja repentinamente de esperar. Y esa es su declaración. Esa gran
renuncia la libera y la condena a la vez: ¨No volveré a sonreir¨.
Sara Echezarreta
lunes, 17 de septiembre de 2012
Un unipersonal surrealista
La actuación de Marina Castillo y la dirección
de Ezequiel Matzkin logran un espectáculo en donde la imaginación y la
creatividad marcan la diferencia.
En lo cotidiano, para muchos, la obsesión por el “tener” deviene en una
carrera interminable para vencer la angustia de la existencia. Pero las
posesiones y la lucha por conservarlas, lejos de calmar la ansiedad
parecen contribuir a todo lo contrario.
No sabemos si influenciada por las antiguas o modernas enseñanzas de
los filósofos acerca del "ser" o el "tener" o simplemente por las
consecuencias de vivir su infancia junto a su “afrancesada” madre, lo
cierto es que Trinity un día decide dejar de sonreír y terminar con los
objetos que la atan a un mundo de pertenencias que la obsesiona.
En poco menos de 40’ que dura la obra, Marina Castillo
despliega toda la magia de su personalidad otorgándole un sello propio y
particular a este unipersonal surrealista. Su natural predisposición
para la comicidad se ve enriquecida por sutiles toques dramáticos. El
texto de por sí atrapante se mixtura en una estética que conmueve por el
uso creativo de palabras, objetos e imágenes corporales.
Ezequiel Matzkin (Tu ausencia animal), coautor junto a Marina de Las lágrimas que me tragué, contribuye además como director a establecer un juego teatral sumamente creativo potenciando las cualidades de una actriz de gran presencia escénica. Lo de ella es el quiebre de la interpretación fácil, es la palabra o el gesto disruptivo que modifica y enriquece el sentido esperado sorprendiendo al espectador.
Ezequiel Matzkin (Tu ausencia animal), coautor junto a Marina de Las lágrimas que me tragué, contribuye además como director a establecer un juego teatral sumamente creativo potenciando las cualidades de una actriz de gran presencia escénica. Lo de ella es el quiebre de la interpretación fácil, es la palabra o el gesto disruptivo que modifica y enriquece el sentido esperado sorprendiendo al espectador.
“Un día siendo tan solo una niña, Trinity, decidió dejar de sonreír. Le informó a su afrancesada Madre: “No volveré a sonreír”. A partir de allí, todo fue desprendimiento para ella. “Muerte en vida” sentenció el especialista.”
El personaje, se encuentra enmarcado en un dispositivo escénico muy
bien logrado que lo contiene y lo limita pero a la vez le permite
transitar el escenario, contactar con objetos que lo rodean y establecer
un contacto directo con el público.
“Una vida de objetos no es moco de pavo. Deshacerse de esta vida material, aún menos. ¿Por dónde comenzar?...”
Una puesta en escena ideal para aquellos que buscan ver cosas distintas
sobre un escenario. Acá no encontrarán una voluminosa escenografía ni
el despliegue grandilocuente de efectos especiales pero tampoco el
minimalismo de lo simple o esencial. Acá habrá redundancia de sentidos a
partir de la palabra, los objetos, la iluminación, los sonidos y el
vestuario en una lograda conjunción de creatividad, imaginación y
talento.
Por Carlos Folias (Puesta en Escena)
viernes, 14 de septiembre de 2012
La Afrancesada Madre
De pequeña le decía: -Trinity, reverencia, y ella debía inclinarse para homenajear al especialista. -Trinity, descálcese, y la instaba a andar descalza porque intuía que su calzado tenía más bacterias que cualquier otro. -Trinity, no pestañee, no tanto...
.
martes, 11 de septiembre de 2012
El Especialista
¿Qué lugar ocupa la familia en el esquema de las cosas?
Esta fue, es y será mi pregunta de cabecera. Yo, El Especialista, siempre hacía esta pregunta...
Esta fue, es y será mi pregunta de cabecera. Yo, El Especialista, siempre hacía esta pregunta...
martes, 4 de septiembre de 2012
domingo, 2 de septiembre de 2012
INICIO
Ayer
estrenamos.
Comienzo iluminado.
GRACIAS a todos.
Especialmente a Vanina Dubois y sobre todo a Marina Castillo.
No solo por su talento actoral sino por su corazón tan amoroso y sensible.
Vengan a verla en "Las Lágrimas que me Tragué".
Comienzo iluminado.
GRACIAS a todos.
Especialmente a Vanina Dubois y sobre todo a Marina Castillo.
No solo por su talento actoral sino por su corazón tan amoroso y sensible.
Vengan a verla en "Las Lágrimas que me Tragué".
Es única.
Realmente única.
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