Marina Castillo dirigida por Ezequiel Matzkin,
es un unipersonal que se autodenomina surrealista, encarna a Trinity,
una niña que declara haberle anunciado a su madre: ¨No volveré a
sonreir¨.
Este personaje interpretado con mucho humor y gran riqueza expresiva,
va generando identificación con todas las decisiones que involucran
renuncias, a la vez que se permite ir y volver de la locura con total
libertad.
Una niña/adulta anulada por su madre, encerrada en un cuarto con
objetos que la obsesionan, decide desprenderse de cada uno de ellos ¨sin
derramar lágrima alguna¨.
Trinity quiere quitarse las ataduras que la angustian, y la forma que
encuentra es renunciando a lo material, pero tambien a su universo y a
su sonrisa.
La puesta de Ezequiel Matzkin está resuelta con mínimos aunque
barrocos elementos que conforman el universo de Trinity y su poética
soledad.
Vuelve a aparecer aquí la mujer sola de la obra anterior de Matzkin -Tu ausencia animal-
esa soledad abrumadora, otra mujer sobreadaptada a la dureza extrema
del entorno. La diferencia entre la soledad de la mujer pseudo ermitaña
en compañía de su perra y su gallina en Tu ausencia animal, y la de Trinity
en su habitación es que, la primera, espera eternamente el afecto que
cree recordar, en cambio esta niña/mujer con diagnóstico surrealista,
deja repentinamente de esperar. Y esa es su declaración. Esa gran
renuncia la libera y la condena a la vez: ¨No volveré a sonreir¨.
Sara Echezarreta
No hay comentarios:
Publicar un comentario